
Un idioma es mucho más que una concatenación de palabras, es un código de comunicación, una sutil y complicada urdimbre de signos, sonidos, significantes y mucho más que conforman y expresan nuestra manera de relacionarnos con el mundo. Español vivo? ¡Porque lo es!.
Aprender una lengua no solo es la gramática, la memoria, el vocabulario (absolutamente necesarios si se quiere dominar un idioma) sino aprender a defenderse con la lengua, usarla, jugar con ella, ponerla a nuestro servicio, pero también ensalzarla y colocarla en el lugar que le corresponde.
No son solo palabras inertes y desconectadas, sino todo un enjambre vital que sale del corazón, pasa por nuestra mente y llega a nuestra laringe para depositarse en nuestra lengua y articular algo que empezó siendo un pequeño embrión apenas perceptible ni por nosotros mismos.
Por eso hablamos de una lengua viva: tan viva como nosotros, que puede pedir, suplicar, ironizar, decir las palabras de amor más dulces que nunca se hayan escuchado, pero también herir, destruir, matar hasta el último suspiro de nuestra alma.