El día de los difuntos: 2 de noviembre

He pensado mucho en esta idea para encontrar una forma de dar unas pinceladas sobre mis últimas consideraciones sobre la muerte, la que asusta, cuestiona y fascina al mismo tiempo.
Después de buscar imágenes, fotos o grabados que encajaran con mi idea he encontrado ésta, sin autor conocido y como único dato sé que viene de Viena (Austria); para mí, una expresión gráfica de cómo la vida llega a la muerte y cómo la muerte genera vida.
Sinceramente he empezado esta entrada por el final, pues la primera impresión es el miedo a lo desconocido, el frío, la incertidumbre…pero he de decir que la relectura de Las intermitencias de la muerte(2005), un libro del fallecido escritor portugués José Saramago ha producido un cambio profundo en mi perspectiva: ¿Qué sería de nosotros si la muerte no existiera? ¿Qué sentido tendría la vida entonces? ¿No es este miedo a la muerte propia (no a la ajena) un acto de egolatría?… Y un largo etcétera de cuestiones con las que no daría fin a esta entrada.
Mi objetivo, en principio, era dar cuenta de los múltiples nombres que se le han dado y se le seguirán dando a esta protagonista: la muerte. Lingüísticamente es una forma de tabú para la que recurrimos a decenas, quizá cientos de eufemismos para no nombrarla -como si el hecho de no hacerlo la alejara de nosotros-. Recogemos solo algunas :
La Parca, la Calaca, la Calaquita, la Calavera, la Pelona, Canica, la Desdentada, la Sonrisas, la Huesuda, Doña Osamenta, La Tembleque [temblorosa], Patas de Catre, Patas de Alambre, María Guadaña, la Segadora, la Igualadora, la Afanadora, la Pepenadora1, la Polveada, la Catrina, la Chingada2, la Tiznada, la novia fiel …
La afanadora, la amada inmóvil, la apestosa, la bien amada, la blanca, etc.
Otro recurso consiste en la sátira o la broma, como forma de «digerir» lo que este concepto nos inspira:
Chupar Faros (de los cigarrillos mexicanos sin filtros bien fuertes que ya casi ni hay)
Colgar los tenis.
Doblar el petate (pues antes se enterraba a la gente envueltos en petates)
Enfriarse.
Entregar el equipo.
Entregar la piel.
Estirar la pata.
Felparse.
Palmarse
Pasar a mejor vida (que tiene la buena influencia católica)
Pelar gallo
Pelarse.
Petatearse (que va otra vez al petate, pues muchos morían en petates)
Pirarse.
Quedarse tieso.
Se lo chupó la bruja.
Torcerse.
Pasar al otro barrio
Criar malvas (donde claramente la muerte engendra vida después de todo)
Como colofón lingüístico y musical terminamos con un tema de María Guadaña, cantante jienense (Jaén, España):
La muerte, María Guadaña
Captora de niños,
Descanso de enfermos
Amante envidiosa
Mala ganadora
Me llaman llorona, me llaman la blanca
Doña Osamenta, la descarnada
Me llaman la güera, me llaman patrona
Que siempre dormita debajo la cama
Dime malquerida, o la bien amada
La que no pregunta, María Guadaña
Que siempre dormita debajo la cama
Soy la muerte, soy…
Dime igualadora, dime la enlutada
Pelona, chingona, María Guadaña
Soy la muerte, soy la muerte
Soy…
Excelente entrada!
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Muchísimas gracias, Paula!
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A mí me parece curioso que en las lenguas latinas la muerte sea femenina, mientras en alemán es claramente masculina, y en inglés también suele ser masculina.
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Debe de ser que lo femenino es malo, jajaja
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O que una madre nos trae a este mundo y otra madre nos lleva a lo que haya después. Saludos.
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Es, ciertamente, otra manera preciosa de verlo!
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¡Que fuerte! Gracias Ana por esa entrada, profunda y ligera al mismo tiempo.
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Gracias a ti, Suzanne!
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