
Se trata de un refrán popular que se utiliza como forma, muy inocente» de consuelo: parece que cuando muchos sufren de la misma cuestión, es más llevadero, como si el mal se repartiera entre todos.
A modo de ejemplo: si un alumno suspende un examen, pero muchos compañeros también, siente ese falso consuelo de no haber sido el único, lo cual no soluciona el problema, pero parece que lo hace más llevadero
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